martes, 10 de junio de 2025

 

El amor incondicional es la única forma digna de tratar a los demás, tanto como a mi mismo. Pero que pasa, que no se hace, o se hace a duras penas. Me encuentro con el ejemplo opuesto constantemente, tanto, que cuando me descuido, acabo practicándolo también. 

Los que abren la boca la abren para moldear al otro a su antojo y semejanza, y los que se callan, consciente u inconscientemente, parecen ser los más prácticos de todos, por una serie de motivos que se perciben indirectamente: respeto y tolerancia hacia el diferente. Reconocer esa practicidad pasiva, podría considerarse sabiduría. Pero mucho ojo de buscarla que es lo mismo que buscar colocarse de ella como si de una droga de las bien duras se tratara; se sube a la cabeza con suma rapidez, pues es agua en medio del desierto; una ebriedad que lleva a la apestosa soberbia con una facilidad asombrosa. Delgada puede ser la linea que separa a la sabiduría del maltrato.

 Los que abren la boca viven en un mundo personal infeliz: abrámosla para moldearlo hacia nuestra felicidad. ¿Pero cuanta vanidad acabamos ejerciendo en el proceso?, ¿cuanta tiranía del pequeño dictador mental de nuestra cabeza pretendemos ejercer al no respetar que exista aquello que tanto despreciamos?, ¿cuanto sufrimos vanamente por conseguir muchas cosas que son abiertamente imposibles de lograr?, cosas sobre las que reflexionar... 

 Yo me pregunto por cuanto tiempo vais a buscar excusas para separarnos, los que hagáis todo esto que comento. Excusas para dividirnos, en clases, categorías, rebaños, en "este" o "el otro" + su adjetivo correspondiente. Para sentirte tú mejor, mas sabio, más listo, mas puro, y el otro un pedazo de mierda, sea como sea, haga lo que haga. Por que por mucho que tratéis de elevaros sobre la mierda, a mi más bien me parece que lo que hacéis es huir de ella. La mierda va a seguir estando ahí, es parte de ti, eres tú. Y no hay una separación entre tu y la mierda a menos de que te la inventes en tu cabeza, creas esa mentira, y te la acabes creyendo. Por mucho que creáis que todo eso lo hacéis por el bien de los demás. Y por mucho que lo creáis, lo mismo estáis haciendo mas mal que bien. Por que por muy especiales que nos creamos, con poco que hablemos ya creamos un agujero en el que creernos separados del resto del mundo, aunque lo miremos desde una ilusoria posición de superioridad consciente. 

No se puede dividir al infinito, no se puede categorizar lo que eres, lo que somos, lo que no tiene limites. No puedes ser un puñado de tristes palabras, ¿entiendes?. Sólo a través de la mentira y el autoengaño se consigue alimentar tal ilusión.

 Ya te digo yo por experiencia que el conocimiento, la sabiduría, y la expansión de la consciencia, se sube mucho a la cabeza, y si nos dejamos llevar, acabamos comportándonos como auténticos gilipollas con mucha facilidad. Lo digo y te lo cuento, por si te interesa e importa. Tampoco hay que hacer frases hechas perfectas impactantes una tras otra. A veces, lo mundano importa más que lo celestial, según pille el momento. 

 Qué fácil es juzgar a los demás, y qué difícil reconocer que nuestro juicio no tiene validez alguna más que para reconocer la frustración que nos produce que el otro no haga nuestra santa (e infame) voluntad. Acaba siendo más sagrado el respeto al otro, que nuestro sentimiento de sacralidad por lo que sea que hayamos vivido. Podremos sentir a dios adentro, pero si no hacemos ni una mierda por que también haya algo de ese dios afuera.....

Respetas, pisoteas, venganza, pacificación?, tú elijes. 

Todos los que se etiquetan de guerreros, nunca encontrarán la paz. En la guerra no hay paz. En la paz hay paz. Da igual que en este mundo haya una guerra contra la vida misma, contra ti, tu ser, tu alma, tu consciencia, da igual, ya sé lo que pasa. Que si no haces paz, habrá guerra. Y es una decisión dura de tomar, mirarnos al espejo y ver qué demonios estamos haciendo al respecto, y qué ridículo disfraz de superhéroe cibernético nos habíamos puesto. 

¿Qué necesidad había de disfrazarse?, ¿qué necesidad del esperpento?. Cuidado con el sacrosanto guerrerito de luminosa espada (postureo), que para existir necesita de enemigos, reales o inventados; cuando estos cesan de existir se encuentra con que el peor enemigo de todos era el mismo, por eso la lucha que pretenden algunos ha de ser eterna, utópica; tal se interpone entre ellos y el espejo: ¿huir de la dualidad polarizante, siendo dualista polarizado?. No se puede rellenar el vacío, con más vacío. Pues pasa, día sí, día también. En fin. 

Aun así, las palabras no valen absolutamente nada, la verborrea no vale nada, lo que valen son los actos; nuestros actos nos definen. Así que no te fíes de mí, de la fachada, fíate de mis acciones, si acaso, y ya convienes que pensar.

 Más espejo que mirar.