¿Qué necesidad puedo tener de defender mi postura ante nadie?. Hablo de mirarse uno al espejo para autoconocerse mejor, pero a veces se me escapa ese detalle, pues son tantas cosas las que uno ha de tener en cuenta para hacerlo consecuentemente...
¿Qué necesidad puede tener cualquiera, de afirmarse ante los demás?, ¿Qué necesidad de batirse en duelo con nadie, para dirimir quien es el ganador?: la sensación intrínseca de debilidad es la responsable.
Los que más combaten, los que más guerrean, los que más buscan de ser validados fuera de si mismos, son los más débiles de todos. Eso seguro, y me lo aplico. ¿Qué es esa desesperación de clavar cimientos externos en medio de una tierra de arenas movedizas?: ¿está usté loco?, ¿o lo está el planeta entero?; eso mismo que está pasando y algunos no nos damos ni cuenta. Claro, no todos miramos la vida con los mismos ojos, tenemos intereses y pasiones diferentes, que nos pueden llevar a esa necesidad de validación externa mas acusada que la de muchos otros a los que ni siquiera se les plantea el tema por la cabeza.
Buena idea sobre la que reflexionar.
Puede sonar a psicología barata, pero toda persona falta de cariño puede llegar con facilidad a esa necesidad de afirmación a través de la argumentación intelectual. Yo siempre he sido uno más de ellos. Estas cosas son armas de doble filo, pues no es de muy buena educación el usar tales argumentos en contra de personas que han vivido experiencias desagradables en la vida, que te marcan, traumatizan, agrían tu caracter, y hunden tu autoestima por los suelos.
Sí, joder, esas cosas pasan. No me vengáis con la soberana estupidez de que no puede ocurrir, y que si ocurre solo es culpa tuya. No me seáis gilipollas. A veces las cosas pasan y punto, mas allá de buscar culpables. Es esa necesidad de culpabilizar al otro y sentirnos adalides de la justicia la que más ha arruinado al mundo, tal y como lo conocemos.Y lo seguirá haciendo, claro. Tirar piedras a otro siendo un pecador de la misma condición. Y habrán quienes se pregunten por qué las mismas historias, se repiten una y otra vez.
Lo normalizado, es lo que se repite; esa búsqueda de validación, dada la brutal frialdad del mundo este que hemos creado entre todos, en el que nos hemos educado para no soportarnos a nosotros mismos primero, y para no soportar a nadie más, después, que dude de nosotros.
No hay mucho a lo que aferrarse, por no decir que no hay nada a lo que aferrarse. Y eso es buena señal, al contrario de lo que pueda llegarse a pensar. No hay nada en esos territorios, sobre todo externos, donde lo busqué, el asunto va de otra cosa, por lo visto. Todo esto me lo recuerda de nuevo. Es decir, por qué demonios me enfado por ser cuestionado por alguien?: por débil, por negar mi debilidad, por negar mi humanidad. Contemplar esa debilidad me libera de ella, de la necesidad de defenderla; ironía tras ironía, paradoja tras paradoja, se vive la verdad, se vive en verdad, una que nada tiene que ver con convencer a nadie de nada, para con ello reafirmar tu debilidad interior. Tu debilidad interior no quiere ser reafirmada por que no quiere que reafirmes una mentira, y que encima te la creas. Tu debilidad está ahí, para decirte que no eres débil. Afuera, esta todo patas arriba. Fíate tú de ese afuera.
La calidez que brindemos en el trato a una persona nos define mucho más de lo que pensaba; toda frialdad intelectual disfrazada de verdades absolutas que lleguemos a utilizar no será mas que un desprecio a la evidencia que la otra persona vive, y la evidencia a su vez, de la fría existencia que nosotros vivimos también, pues, le damos al otro de nuestra propia medicina?, no hijo no, eso no sirve de nada, y lo sabes; pero aún así, dale que te pego con la misma cantinela, dale que te pego con el desprecio a un mundo que te ignora. Si la calidez abre puertas, la frialdad las cierra. ¿Obvio, no?.
Hay que joderse, con la maldita tiranía de la razón, esa paloterapia de la que tanto me he, y otros, se sienten, justificados a utilizar para enderezar "árboles torcidos" ajenos a su "excelsa" vida. Excelsas vidas llenas de miserias y mierda humana, de hipocresías variopintas; llenas de normalidad, de lo que nos hace humanos, y no vengadores justicieros infalibles. Somos falibles, somos humanos, y Válgame que cada vez que no lo creí cometí un error. Usé aquello que nunca funcionó en mi por parte de otros: ningunear la experiencia ajena a cambio de someterles a la mía propia.
La metodología de un tirano. Lo malo, es que somos demasiados. Al menos, hay actos sencillamente universales que dejan todo intento frio de poner en vereda al otro como el propio ridículo que se nos da tan bien hacer sin darnos cuenta siquiera.
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No digas polleces e?.