martes, 22 de julio de 2025

 

Cuando uno se rebela contra el trabajo, contra trabajar, por sentirse como un esclavo al hacerlo, se reconoce con facilidad qué es aquello que mas se venera, y a lo que mas duele de ser atacado, por que te duele a ti también; pero aun así, me rebelo, por que hay algo que falla, algo que no encaja, en toda esta aparente maquinaria perfecta. "Maquinaria perfecta"... de verdad os lo creéis?. Uno acaba siendo un apestado. Y uno acaba siendo un apestado por que todos sabemos subconscientemente que estamos haciendo algo mal al seguir la dinámica del mundo actual sin cuestionarla; pero da igual, mejor seguir la corriente del miedo imperante y vivir en el infierno, que cuestionarla, y empezar a creer que existimos para algo más que para estar aislados en nuestros negros agujeros, separados de los demás y con el dinero que tengamos en el banco como único colchón en el que reposa nuestra vana esperanza. 

Matas todo tu ser como si de un pedazo de carne caduco se tratara, pero ha tu vanidoso, que tal cosa no puedes conseguir, pues eres inmortal.  

Esa es la tristeza, esa es la ruina, en la que se encuentra sumida esta humanidad, o sociedad; la ruina de vivir en el sentimiento y la consciencia de que no puedes contar con los demás para nada, o casi nada; que si te sales de los raíles serás duramente castigado, por ellos, al vivir su ausencia en tu camino. Y te dejarán morir, por que eres un inútil, para ellos. Si te ayudan, es para que seas como ellos, no para alentar tu diferencia. Ni mucho menos, tu rebeldía. Su mundo se derrumbaría si lo hicieran.

Abrid los ojos, y contemplad, las cenizas de este mundo destruido al que llamáis vuestro hogar. Por que si tal lo consideráis vuestro hogar, entonces es que el infierno es el justo lugar en el que habéis de vivir. Ese es el precio que hay que pagar por despertar.

Bienvenidos al desierto, de lo real. 

 Qué severidad que yo me temo a mi mismo en mi incomprensible actitud, que esconde una rebeldía y madurez que si me llego a atrever a comprender puede llegar a inducirme asombro; "¿puedo llegar a ser tan grande?". Pero para asombrarme he de ser valiente, valiente en esta soledad. En donde la recompensa de la valentía parece ser una muerte solitaria. Aunque eso simplemente es un estado de pesimismo mental...

¿Vivimos una vida de verdad, o una vida de mierda?. Tal no se mide en infelicidad o felicidad, si no en autenticidad. 

 


martes, 15 de julio de 2025

 

Si te importa demasiado lo que otros piensen y digan de tí, es que aquello en lo que has elegido creer no vale para absolutamente nada. Si necesitas debatirlo, convencer a alguien sobre ello, ahí tienes el síntoma que lo delata. Si aquello en lo que crees vale de verdad, dará una fortaleza interna, que no puedes compartir. El mundo esta lleno de discursos de gente débil internamente: cuanto más largo el discurso, más débil el que lo da. Y no es algo de lo que me enorgullezca: siento impotencia. Mucha impotencia, pues ha costado mucho sufrimiento, reconocer que no soy yo ni nadie el que pueda hacer algo por esas personas de débiles creencias. Esta todo en manos del destino, algo superior a mi ego. Discursos de ego. Nada tienen que hacer.

Y esto tiene que ver con que lo mejor es que cuando eso en lo que crees es realmente bueno, no lo elijes, te elije ello a ti: has vivido algo que te ha hecho creer, algo que ha sucedido, inesperado, impredecible, no escrito en ningún lenguaje humano. Y no será una moda pasajera de esas que tanto abundan "afuera" que adoptas por conveniencia o "resonancia", ni aunque tal dure miles de años. Por que eso es perderse en ese "afuera". "Afuera" no hay nada por lo que perderse. Podrán haber buenas cosas "afuera", pero "perderme" no considero sea una de ellas. 

Es bastante desagradable reconocer como está construida esta sociedad en la que vivo, que lo que importa es estar perdido y seguir estándolo, no desentonar al respecto. Hay que parecerse a los demás aunque sea en la enfermedad para no desentonar. Adaptarse a una sociedad que reconoces como enferma, para no desentonar. Importa más el trance hipnótico colectivo que la verdad de cada persona. Y creemos que importa mas nuestra verdad que las de los demás. Un caos, vamos.

En todo ello podrás sentirte perdido, pero lo estarás infinitamente más si pierdes el tiempo buscando afuera, en ese trance hipnótico colectivo del "encajar para ser aceptado", lo que no quieres encontrar adentro. 

Queremos que otros despierten de nuestro sueño, creyendo que nuestro autoengaño es el autoengaño de otros, les decimos que hay un camino para ello, que hay un libro, que tienen que leer, que hemos escrito, pero nos encontramos con que millones de personas han pensado y hecho lo mismo. ¿Cual es el cierto, entre esos millones?: ninguno, ni siquiera el nuestro. El ego, ese libro, ni voz ni voto tiene, y me alegro de que así sea, es algo muy inteligente, una barrera natural contra la vanidad humana.


Disparar con una escopeta de feria esperando dar en la diana es la moda. Es creerse mas importante de lo que se es menospreciándose a la vez. ¿Porque qué ser viviente necesita ser recordado en piedra?¿: el finito.