Este mundo está tan muerto y vacío que lo único que encuentro con sensatez de hacer es elevarme todo lo posible que pueda, con la simple intención pura.
Yo no sé cuantas maneras diferentes de elevarse hay, pero sé que existen maneras en las que hacerlo carentes de amor: la voluntad de vivír, la voluntad de creer en lo que es. Y digo esto por que cuanto más me conozco, más parezco comprender qué represento, representa esta existencia: un ser que sólo está aquí para dar y recibir amor, una simpleza tan grande que resulta insultante por lo dificil de alcanzar. Todo lo demás es superfluo, de hecho, irrelevante. El motor que alimenta la realidad física mísma, es ese amor. Redescubrir la rueda, el resto es llamar la atención de un otro que muy rara vez te quiere y le importas.
Existe un laberinto de por medio para llegar a eso, una enorme contradicción en la realidad imperante en este mundo. Es decír, nosotros en lo más sencillo y aparentemente verdadero de nuestro ser, vivimos y nos nutrimos de esa energía "amor". El laberinto aparece cuando uno se cuestiona qué significa esa palabra dada las traumáticas relaciones humanas. Su inmensa complejidad. La distancia de la sencillez de lo que somos. Vuelvo a lo profundo de mi ser, a mis circunstancias, y sólo veo una cosa que falta: ese amor.
Y uno se puede parar a pensar las mil y una razones por las que esa cosa no la siente por casi ningún lado que no provenga de su propia familia; ir más allá, es terreno peligroso. He vivido siempre en un estado de enanición enegético donde el amor que he recibido ha sido insuficiente.
"Es culpa de este, es culpa mía, es culpa del otro, es culpa de la otra..." , culpa culpa culpa culpa en la cabeza hasta que acabo hasta los cojones de sentirme culpable por existir y ser simplemente humano, imperfecto ante las expectativas de los demás. Expectativas: el juicio, la condición, el flujo cortado, el precio a pagar por él: la muerte en vida. No es victimismo, es no convertirme en un ser deshumanizado: un robot muerto, de hielo, como tantos que hay, que valoran todo lo superfluo y no necesitan de nada y de nadie. Yo digo "oye, aquí pasa algo, algo que va en contra de nuestra propia naturaleza".
Si tú no quieres quejarte de nada, deja de ser humano: muere por dentro, erradica todo calor y así no sufrirás el desamor de este mundo.
Serán frios, pero no hay nada que se pueda hacer por cambiarlo. Seré calido, pero no hay nada que se pueda hacer por cambiarlo. Sera esto, será lo otro, pero no podemos hacer nada por cambiarlo. Y sólo queda decír sí al hilo del flujo este y continuar. Solo, con la compañía de gente que no te comprende, y probablemente, no te comprenderá nunca.
Yo no me deshumanizo no sólo por que crea en la vida tal y como la percibo, además por que el que se deshumaniza no fluye con el ser que es. A donde pretende ir siendo un cero absoluto?, en física tampoco mienten al respecto de que significa esa temperatura.
Lo que se propone en este mundo como ejemplo colectivo es una forma de prisión multidimensional de tu alma. Sin ese calor, no hay movimiento. Si es una prisión, es una prisión mucho más inteligente que el ser humano medio. Por eso la gente cae como moscas ante tal paradigma. Calor: movimiento, frio: prisión. Es insultantemente sencillo, como díje al principio.
¿Soluciones?, ¡yo no tengo soluciones!, ni soy tan megalómano, ni depende de una persona solución alguna. Aqui los egos gordos no valen nada. Como podréis comprobar, esto depende de que todos y cada uno de nosotros hagamos algo, y supongo que ser de hielo no es ese algo. Elevar el tejido dimensional que comprendemos todos nosotros juntos. Por que sí, todos nosotros como partes comprendemos un todo mayor que la suma de esas partes.
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No digas polleces e?.