Si me pierdo en "el mundo de los adultos" acabo deseando el fin de su existencia, acabo siendo aquello que no soy, realmente. Por eso tiendo a volver, a recordar cómo somos, cuando venimos aquí. Esa luz, que tenemos de niños, que dura unos cuantos años, hasta que nos dejamos corromper por el mundo, seducidos por chucherías intrascendentes. Esa mísma luz, refleja un inmenso mensaje: la frivolidad del mundo. Pues lo que menos importa de ese mundo, es todo lo que les importa a los adultos, por lo general. Es decír, por qué hay que convertirse en mierda seca, poniendo nuestras esperanzas en nuestros hijos, para que luego ellos repitan el mísmo error?.
La corrupción del mundo es una mota de polvo en medio del universo. Por decír algo, con cierta coherencia con lo que percibo. Pero esa mota de polvo trae a la consciencia todo aquello que no es la inmortalidad que somos: envejecimiento, tiempo, mentira.
Podrá sonar de la manera que te dé la gana que suene, pero alguien apostó por la luz que somos antes de la existencia del tiempo. Y me gusta esa luz, por que no me ciega. Alguien apostó por esa otra luz, quieres apostar tú también?. Cuanta gente vende luz que sólo te hace daño a los ojos, cuanta.... A cuanta gente hay que acabar ignorando por que su luz no respeta tu presente?, cuanta gente escupe, sobre el presente?, con la triste excusa de la luz?, cuanta?, lo que me pregunto no es cuanta, en verdad, si no cuanta no lo hace.
En un flujo fuera de nuestro control, lo complejo parece reducirse a tomar unas decisiones aparentemente sencillas.
Apostar por algo; no sabes que te encontrarás, pero tal vez sea bueno, no?. Las garantías de algo son para los ilusos, el resto, coexiste con la incertidumbre.
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No digas polleces e?.