La luz, esa cosa, que nos hace ver toda la mierda de la que estamos llenos. No estamos hechos de mierda, pero si podemos estar llenos de ella. Habrá quien se crea que no tiene aunque sea una poca.
Poco importa la mierda del mundo ajeno cuando lo más revelador resulta de ver la propia.
Somos capaces de ser autocríticos lo suficiente?, o es una mala costumbre adquirida ni siquiera considerarlo?.
En una sociedad donde vivimos pisoteándonos unos a los otros por no hundirnos bajo la incomprensión ajena, la autocrítica añade mierda propia a una pila del tamaño de una montaña, y encima los demás se van de rositas, impolutos. Mi indignación simplemente busca el equilibrio: todos tenemos mierda dentro, en mayor o menor cantidad.
Los demás y lo que hagan son excusas, nada más. El universo trata de hacerme entender que el centro del mísmo no gira alrededor de los demás. No por que ellos se parezcan a mí y yo me crea lo importante que no soy en realidad. Tal vez ni ellos ni yo seamos lo importante. Y tal vez, así logre ver más allá de nuestras narices.
Como tantos millones, me he pasado la vida buscando esperanzas en los lugares equivocados, y uno de esos lugares es en el otro ser humano.
El otro ser humano solo es el reflejo de lo que puede llegar a ser mi destrucción interior. El reflejo de mi propia frialdad hacia mí mismo. Cuestión de tiempo es acabar desangrado huyendo de la destrucción del mundo, de la destrucción de ti mismo, como de tratar de encontrar esperanza en mundo alguno. Ni en mujer ni hombre alguno, la habrá nunca, si amas vivir en la verdad y la libertad.
Tienes a dios en tu corazón, o no?, pues eso es lo que importa. Si no lo sientes es por que lo has enterrado escuchando mierda ajena. Lastima que esto pueda llegar a ser entendido como algo religioso, uno mismo no es una pútrida religión bajo la que enterrarse, ni una funesta lucha sobre quien tiene razón o deja de tenerla, eso es dolor humano.
Todo el mundo "sabe" que "dios esta en el interior", pero nadie te deja vivirlo como te salga de los santos cojones. Y así, como niños ignorantes que se pelean por un pastel muerto, nos ponemos la zancadilla unos a otros.
Deja de sufrir por querer que el ser humano te de aquello que no te ha dado nunca, déjalo.
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No digas polleces e?.