La lucha entre la luz y la oscuridad parece ser algo a hacer muy solitariamente en este mundo. Vamos, al menos en mi caso, como suelo decir, cada uno con sus circunstancias y sus maneras. Es mucho más sencillo acabar a zapatazos entre "defensores del bien", que lo contrario; no es un drama, es una comedia. Entonces, de qué lado estamos?: "De ningún lado", dirá cualquiera, nada más que "de mi propio lado"; lo cual, se acerca más a lo evidente que cualquier otra fantasía sobre el mundo que nos hagamos. Estamos atomizados, no hay "razones" colectivas por las que luchar, ni las hubo, ni las habrá; nos damos asco unos a otros con una facilidad escalofriante. Solo existen razones para ser individualistas al extremo, tiranos en busca de la gratificación instantánea. No sabemos sufrir, no aceptamos sufrir, como niños eternos en busca de los caramelos perdidos.
"El siglo del yo", mencionaban en unos documentales de Adam Curtis. Y la lucha cual sería?, la guerra, la muerte?, lo que ya ha pasado un millón de veces, en el pasado?, la gente luchando contra tiranos?, esa no es mi lucha. La victoria suprema de los poderes sobre la especie humana, es nuestra fe en nuestro individualismo exaltado, solitario y frío como el hielo. Por eso yo aun doy la mano, aunque ni de lejos cumpla con las expectativas de cualquiera, que no se las merece siquiera. Pero quien puede cumplir con las expectativas de tiranos y tiranas permanentemente insatisfechos, que no te aman ni por asomo?. Nadie puede, nadie podrá nunca. No se puede llenar el vacío, con más vacío.
Quien se cree que tiene derecho a exigir a nadie nada?: nadie. Quien se cree que tiene derecho a esperar algo de los demás?: todos.
Son sólo creencias.
No hemos aprendido una mierda, de los "apocalipsis" pasados. La humanidad tiene esa tendencia a la amnesia, en aras de los "locos años 20", del jolgorio, la frivolidad, y el disfrute, llenos de un rancio vacío existencial que a algunos nos exaspera. Hay que olvidar, olvidar, y no recordar. Pero recordar, nos salvaría de un puñado de asesinos, dispuestos a todo con tal de someter a la humanidad?, no, por que no jugamos en su mismo juego. No vamos contra la vida. Tal vez por eso el mundo olvida, olvida querer ser como ellos. La gentuza es solo una minoría ridícula.
Lo que nos lleva a una "guerra de intelectos", donde mucho se dice con el cerebro, pero poco se hace con el corazón. Las razones, ese puñado de malditas excusas, nos lleva por la calle de la amargura sin darnos cuenta siquiera. Hay emociones elevadas por las que luchar. Al final, con razonar, nos limitamos a racionalizar las emociones para tratar de entenderlas. El frío de la razón sin el calor del corazón no vale nada.
Razones para luchar por algo nunca lo son, son sentimientos que nos llevan a defender algo. SENTIR, no razonar. Y hay desde emociones muy básicas, que son aquellas en las que nos quieren mantener encerrados, hasta una gradualidad infinita que va elevándose, y que anima, como flujo energético mayor, a luchar por ideales sentimentales mas elevados. Si uno va de la mano de la entropía poco le importará nada de esto.
En todo caso, nuestros actos son los que hablan, no nuestras palabras. Da igual qué diga o deje de decir, da igual cualquier escrito mio, como cualquier escrito de nadie. Lo que importa es nuestra actitud, ante los demás, y ante lo que es.
Eso lleva a mucha confusión, sin duda; lo normal es hincharse a palabras ajenas, pero lo normal también es que haya disonancia entre las palabras, y los actos de una persona cualquiera.
Adalides de "lo bueno" te echan a los perros para que te pudras, con poco mal u erróneo (según su subjetivo juicio), que hagas. Yo también echo a los perros a quienes me faltan al respeto, no soy diferente. Lo que me lleva a todas estas reflexiones en las que pretendo desengañarme de como desenvolverme en esta existencia.
Dejar de buscar cosas en lugares equivocados forma parte de ese proceso de desengaño que probablemente nunca acabe.
No pretendo venderme como una buena persona, por lo visto soy un montón de mierda inservible para mucha gente con la que me he topado, es lo que hay. Al menos, lo intenté, intenté serlo. Qué se creerán esas personas que son, si no la misma mediocridad. Palabras bonitas, y un montón de actos de mierda. Hay que venderse, ante la galería no?, disfrazarse bien.
Después de todas las debacles con la gente, quedo yo mismo cara a cara con el resto del universo. Ahí uno ya sabe, y siente, qué ha hecho bien y que no. Forma parte de lo intransferible que no se puede compartir, que yo sepa, todavía.
Todos hemos hecho buenas cosas en la vida, seguro, aunque sea, alguna rara vez, pero también hemos hecho cosas malas, claro que sí. La verdad, es que juzgar a otros como si no hubiéramos roto un plato en nuestra vida bien enseña cuanto nos autoignoramos. O cuan ciegos estamos de que somos humanos, como el otro ser humano juzgado. Crítica a la deshumanización, no?.
El ego busca sobrevivir, en este mundo enfermo, pero seguir la senda del miedo ajeno produce una ruptura en mi alma que me resulta casi incomprensible. Casi, claro, es algo que se puede ir entendiendo.
Porque qué es, el ejemplo ajeno, si no una reacción ante el miedo?, qué es, si no darle fe al miedo racionalmente?; lo que el corazón dice sobre el sentido del miedo es algo muy diferente. El choque entre mi forma de entender cómo se ha de vivir y cómo se vive, esta ahí: no se puede vivir aterrorizado; no se puede vivir haciendo un sin fin de cosas para erradicar ese miedo, a la muerte de tu ego; al menos, no por siempre. Por que por lo que la gente lucha es por salvar su ego, claro. Por eso el alma empuja a que vaya mas allá del mismo. El misterio del alma, en sus inescrutables caminos para que nos desaferremos de la falsa idea que tenemos de nosotros mismos.
La teoría de la prisión para la consciencia encaja en un entorno donde manifestar tus sueños es impedido, ridiculizado y de hecho, censurado. Solo un ancho de banda de expresión específico es permitido. La consciencia es manifestadora de sueños, de deseos.
Desde la negación de esa posibilidad, a cualquier otro tipo de censura de esa posibilidad, lo que se promueve es la prisión de la consciencia en una frecuencia específica de pensamiento derrotista que inmoviliza el ser allí donde crea que se encuentre: es perderse en una ilusión dimensional sin saber y sentir que uno es el creador de todas ellas.
Pero el sentir también nos llama a recuperar nuestro poder ignorado, más allá de la lógica y la razón de cualquier trampa dimensional; cada vez que lo intentes, el carcelero, te ridiculizará; el prisionero ignorante de su condición, hará lo mismo.
Los engaños luciferinos, satánicos, o simplemente de las fuerzas oscuras, son más sofisticados e inteligentes de lo que os imagináis, por eso, se cae en ello, porque la gente se cree muy lista, por lo general. No los subestiméis.
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No digas polleces e?.