martes, 3 de enero de 2023

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 Supongamos que tu eres todo lo que es, llamémoslo "dios", por ponerle a eso algún mote.

Como ser "todo lo que es" no es ni ser nada ni ser todo, pues decides hacer algo, autoexplorarte, "jugar contigo mísmo". 

Y creas pues "el juego" (no es un juego, es solo una forma de llamarlo), te divides, creas dos divisiones críticas, el consciente, y el subconsciente. 

El subconsciente te ofrece un flujo de experiencias X. El consciente no sabe por qué experimenta eso, es inconsciente de su sentido. Es más, el consciente es una forma de limitación de tu poder: una gota de agua, dentro de un océano infinito.

La gota de agua se cuestiona el flujo de experiencia. Forma parte de su programación el poder hacerlo, su ignorancia absoluta se llama libre albedrío, la relativa, camino evolutivo. La consciencia absoluta parece cancelar toda capacidad de autoexploración y autodisfrute: la ignorancia es un elemento esencial, el contraste, la escala de colores. Eso es la vida.

Pero vivir estas cosas no es una trampa sin sentido. Cuando el consciente rechaza el flujo, en mayor o menor grado, sufre, en mayor o menor grado. Cuando confía en lo que le ofrece el subconsciente, en mayor o menor grado, se regocija en si mísmo, en mayor o menor grado. 

Es decír, lo fundamental, son dos cosas, la confianza, y la desconfianza en lo que sucede. La confianza, o desconfianza, en quien eres.

Sí, o no, a la vida, tal y como es. Responsabilidad o irresponsabilidad?. Víctima de las circunstancias, o uno con ellas?; Sincronizarse o desentenderse de uno mísmo y subestimar la verdad relativa local en aras de perderse en el nihilista vacío del absoluto potencial del creador que eres?, esa verdad absoluta tan sobrevalorada?. He ahí vuestra elección.

Lo que está ocurriendo parece reducirse a ser algo tan sencillo como eso: en sus extremos, consiste en dejarse llevar en brazos del ser verdadero que eres, o cuestionarlo todo sin dar paso alguno dentro de la experiencia que te plantea. Supongo que la mayoría nos limitamos la mayor parte del tiempo a oscilar entre esos límites como si estuvieramos bolinga. 

Tanto la afirmación como la negación crean una serie de reacciones en cadena relacionadas de consecuencias imprevisibles que no tiene límites. Lo que alimentas, lo vives, a flor de piel.



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No digas polleces e?.