miércoles, 6 de septiembre de 2023

Probablemente nunca te quieran por ser quien eres realmente.

 

Al menos en este mundo infame.

Siempre me quejé de que la gente no me quería por ser quien era en el pasado. La verdad es que no tenía toda la consciencia necesaria de qué tenían ellos que querer de mi exactamente. Pero sentía que la fuente, lo que es, fuera de las palabras, era ignorado.Y eso era yo, y eso era ignorado.

Con el tiempo, la cosa fue cambiando, y acabé reconociendo que lo que la gente quería de mí era el personaje "x" que yo pudiera llegar a interpretar. A partir de ahí, ya temprano en la juventud, todo comenzó a tomar un cariz bastante paradójico: mientras yo subía para mí mismo, bajaba para los demás. Mejorar como persona no era sinónimo de éxito social, si no todo lo contrario. Mientras yo existía mas intensamente para mí mismo en la vida, dejaba de existir mas y más para los demás. Hasta llegar a la marginalidad.

El "yo" que yo amaba de mí, el "yo" que yo esperaba de mí ser amado por los demás, no era ni amado ni reconocido por que ese yo no es un personaje, es el yo sin límites que reconoce que no puede serlo.

Curioso. Cabe pensar un par de cosas al respecto.

El mundo este es un mundo en donde la gente en su inmensa mayoría adora y ama las apariencias, y los personajes. Viven enamorados de lo artificioso y efímero de nuestra temporalidad. Cada vez que lo afronto me deja el corazón congelado. Y es lo normal. Lo normalizado. Ese término comunista, "normalizar" el infierno. Se pinta de bonito algo tremendamente destructivo y vacío. Por que sí, por que así es la vida, según ellos. Es todo una vorágine social donde sólo sobreviven por escaso tiempo, aquellos que mas entierran a su "yo real". Y todo se pinta de color de rosa, en ese dantesco escenario, lleno del hedor de ese rechazo hacia quien realmente somos detrás de las bambalinas. Todos, si no la mayoría, acaban devorados por el personaje social que deciden adoptar para prosperar en ese infierno edulcorado.

Es la cultura de los palmeros del farsante, el personaje. Y entre palmeros y farsantes anda el juego. Pocos se rebelan contra algo que puede dejarles sin el castillo de arena que hayan construido. Sea de arena o de naipes, castillo es, y eso entre farsantes es atesorado como si fuera la fórmula de la inmortalidad.

Chocante es que la realidad imperante de este mundo llegue ser así, pero así es. Uno puede especular por qué, y llamar a los demás "dormidos", "borregos", "ciegos" y demás adjetivaciones, con la brutal inconsciencia y pereza mental de nuestra parte que implica hacerlo y encima creernos soberbiamente mejores por no pisotear a nuestro yo real, pero eso no nos va a salvar de nuestra ignorancia al no comprender por que existe tal desastre, exactamente, en cada persona, una a una, en miles de millones; y mucho más, entender bastante poco de las dinámicas colectivas de la consciencia. Una cosa si sabemos, la gente se aferra a la vida, y lo demás, poco importa. Por miedo, entierran a dios mismo, si hace falta, y ni que decir tiene, a su yo real. Pero son conscientes siquiera de esas "cosas"?, a mi me parece que no. Y no tienen la culpa, pero sólo hasta que son conscientes de la existencia de ambas. Esa existencia de lo inconceptualizable. Y contradictorio resulta reconocer que probablemente se reconozca esa existencia, por miedo también.

Aferrarse a la vida por miedo a perder ciertas cosas puede llevarnos a perder muchas otras valiosas que nos enriquecen sentimentalmente: entre ellas la dignidad y la libertad. Y eso se ha visto que es la norma ya, sobre todo desde 2020. La gente no serán como las ovejas, no, tal vez, al final del día, pero eso del pastor, el perro, el corral y el rebaño, se me pone muy presente en la azotea cada vez que reflexiono sobre estos temas. Me digo "pero cual es la diferencia", a parte de lo evidente?. Me castigo a mi mísmo y con razón cada vez que pretendo meter a grandes masas de personas en un mismo saco, por que siempre voy, y vais a estar equivocados si lo hacemos, pero, coño?. Nos tratan como a ovejas y lo que me perturba es que funciona a las mil maravillas. No es ya creerse o no creerse oveja, es comportarse como tal según te convenga, cosa corriente.

Tal vez en privado no seamos personaje alguno y nos quitemos el disfraz, pero si en publico nos lo volvemos a poner...

Uno puede empatizar hasta cierto punto y pensar que puede ser el producto de varios factores: inocencia y evolución natural, miedo a verse ellos mismos en el espejo, o miedo a la soledad social. Pero qué ironía, no, que verse en el espejo, aceptarse, y estar con uno mismo elimina la soledad de raíz, y me pongo a pensar en la "compañía" que ese otro ser social, a duras penas nos consigue brindar desde su distancia.  

Vamos a estar pidiendo a los demás lo que los demás nunca nos van a poder dar: la compañía completa y absoluta de ti mismo. Que estés contigo mismo, a las buenas y a las malas. Por eso este mundo esta hecho una mierda, es un puto manicomio.

No tiene solución, todo este desbarajuste; por que, acaso la libertad es un problema?, si no hemos entendido que todo esto es producto del libre albedrío de miles de millones de seres, no hemos entendido mucho. La libertad no tiene nada que ver con ladrillo alguno de razones que nos queramos inventar por puro capricho personal para inventarnos otra dictadura, de igual su índole. Tiene que ver con algo que te toca los cojones y se escapa a tu control: la libertad de que los otros hagan lo que les de la gana aunque eso les lleve a la miseria.

Venir aquí a "solucionar el universo" de sus problemas, es casi el epítome del despropósito humano. Sin embargo, tal universo, al mostrarse de esta manera, nos sirve de revulsivo, inspirando al cambio personal, antes que al colectivo. No es tonto, no.

Ya que estamos, si vamos a sentirnos a nosotros mismos, mas nos vale empezar a sentirnos ampliamente. Sentir el mundo, los planetas, las estrellas, las galaxias, y más allá. Todo eso, no serán mas que otras partes de nuestro cuerpo infinito que de un modo u otro nos hemos negado a reconocer y sentir, tal vez, también, por miedo a vernos a nosotros mismos en el espejo.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

No digas polleces e?.